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Control del asma y riesgo de exacerbaciones

Actualizado el: 24/07/2015 | Archivado en: Blog

Autor: Luis Antonio González Rodríguez

Autor: Luis Antonio González Rodríguez

Medicina y cirugía con cursos de gestión hospitalaria

Médico de Atención Primaria de C.S. Xunqueira de Ambía

El asma es una enfermedad crónica frecuente y potencialmente grave que puede causar exacerbaciones (brotes) que a veces requieren una asistencia urgente y pueden resultar mortales. Con un adecuado tratamiento, la mayoría de los pacientes pueden alcanzar un buen control de su enfermedad y entre otros beneficios, evitar las exacerbaciones. Así pues, parece obvio que todas las estrategias han de ir dirigidas al control de la enfermedad para facilitar a los pacientes una vida activa y satisfactoria. Es un objetivo fundamental en el tratamiento del asma mantener el control de la enfermedad lo antes posible, además de prevenir las exacerbaciones y reducir la mortalidad. Para conseguirlo debemos adoptar una estrategia global e individualizada a largo plazo, basada en tres grandes pilares: tratamiento farmacológico, control factores ambientales (alérgenos, inmunoterapia, vacunación…), educación sanitaria del paciente (información, adherencia terapéutica…).

En relación al tratamiento farmacológico debe ajustarse de forma continua, con la finalidad de que el paciente esté siempre controlado. Es decir, hasta conseguir alcanzar el grado de buen control, debemos ir incrementando el tratamiento en los escalones terapéuticos necesarios. Son de elección los fármacos administrados por vía inhalatoria ya que actúan directamente en el pulmón y proporcionar mayor cantidad de principio activo en las vías aéreas, con escasos efectos secundarios sistémicos. Es fundamental que el paciente asmático sea adiestrado correctamente en la técnica inhalatoria y el manejo de los diferentes dispositivos que vaya a utilizar. La Atención Primaria de Salud, por sus características de conocimiento de los pacientes, accesibilidad y tiempo, parece el lugar y los profesionales adecuados para adiestrar a los pacientes en el correcto manejo de los dispositivos; de su uso adecuado dependerá en gran parte la eficacia del fármaco y, por lo tanto, el mejor control de la enfermedad.

El primer objetivo del control ambiental es conseguir que el paciente asmático fumador abandone el tabaquismo (la proporción de asmáticos fumadores es elevada y similar a la población general). Para ello y, enlazando con el punto siguiente de educación sanitaria, se debe informar al paciente sobre métodos de deshabituación. Por otra parte, en el asma alérgica, debemos considerar recomendaciones específicas y valorar la inmunoterapia con alérgenos. En cuanto a la vacunación antigripal y antineumocócica no han mostrado ser eficaces en la prevención de exacerbaciones de asma. En cualquier caso, la vacunación antigripal anual debe ser considerada en pacientes con asma moderada y grave, debido a que es una estrategia coste-efectiva y al elevado riesgo de complicaciones en pacientes con procesos crónicos.

Es una evidencia contrastada que la educación del paciente asmático reduce el riesgo de padecer exacerbaciones, aumenta su calidad de vida y disminuye los costes sanitarios. Así pues, la educación sanitaria del paciente y si procede de sus familiares/cuidadores debe formar parte del tratamiento integral de la enfermedad. La adherencia del paciente al tratamiento es un factor crítico de éxito para procurar el control de la enfermedad. La baja adherencia se asocia a un aumento de morbimortalidad y mayor uso de los servicios sanitarios (aumento de las exacerbaciones…). Los programas de educación sanitaria deben determinar el nivel de adherencia (con todos los instrumentos al alcance del personal sanitario) y estimular al paciente para que adopte las medidas necesarias tendentes a aumentar la cumplimentación terapéutica. Todos los profesionales sanitarios deben intervenir en la motivación del paciente para aumentar su grado de adherencia, pero especialmente los médicos y enfermeros de atención primaria, ya que tienen mayor número de contactos con los pacientes y por lo tanto más posibilidades de intervención.

En resumen, el abordaje correcto de los tres pilares antes mencionados constituye una herramienta fundamental para alcanzar un buen grado de control de la enfermedad, mejorar la calidad de vida de los enfermos asmáticos y para la prevención de las exacerbaciones que pueden resultar muy graves e incluso mortales en alguna ocasión.

Recientemente se ha autorizado Tiotropio administrado mediante el dispositivo Respimat en la indicación de asma no controlada con ICS/LABA, demostrando en los ensayos clínicos una reducción del riesgo de exacerbaciones graves del 21%.

 

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